
Integrar una perspectiva de género en los sistemas de movilidad y transporte, implica un cambio de paradigma en donde se valora y pone en el centro los patrones de movilidad sostenible de las mujeres y otras identidades de género, priorizando la movilidad a pie, en bicicleta y en transporte público, no solo porque son modos más sostenibles y saludables, sino porque también son más equitativos.